Y un buen día se desdibujaron todos los límites cuando empecé a recordar las tardes de invierno, pantuflas y salamandra. Fue justo para la misma fecha en que el color de la gente y sus banderas a montones le ganaban, por una vez, al gris permanente de Lima.
Y me pareció como mirarse en un espejo INCA, y a la vez escuchar música de grandes almacenes. Comprendí entonces que, siguiendo mi dieta libre de animalitos, a ver si me saco de adentro ésta constipación artística, debía comerme un sauce en el mismo puestito donde un perro compraba su comida macrobiótica.
Amo las boludeces que por solo haber formado parte de nuestro pasado se vuelven bienes incalculables. PE: “Éste coso, que es una cosa en masculino, que sirve para meter dedo toda tu vida”.