La noche le pedía permiso para salir, pero él era un cuerdo “a cuerda” y eso no le importaba. Porque pensaba que el amor es esa cosa que te hace hacer idioteces, aunque era un cachorro de buena persona solo era dueño de lo efímero…
Lloró por ella una lágrima de fernet y brindó por la irracionalidad que nos domina.